La disputa entre el gobierno nacional y las entidades patronales “del campo”  es una pelea entre dos sectores capitalistas que defienden intereses  completamente ajenos a los trabajadores. Con el aumento de las retenciones, el  gobierno no pretende recaudar fondos adicionales para aumentar jubilaciones,  salarios de los trabajadores estatales o los presupuestos de salud y educación,  sino contar con recursos para garantizar el pago de la deuda externa, los  subsidios a los empresarios amigos y fondos para favorecer la alianza de  intendentes y gobernadores. Por su parte, el lock out de las patronales  agrarias, donde los intereses de los grandes propietarios y productores  agrupados en la Sociedad Rural pretenden ser camuflados bajo los propietarios de  menor peso agrupados en la Federación Agraria, expresan la mera búsqueda de una  mayor rentabilidad por parte de un sector que ha embolsado cuantiosas ganancias  gracias al doble efecto de la devaluación y el aumento de los precios  internacionales de los productos que exportan, en particular la soja. No extraña  por ello que, si bien no participa de la Comisión de Enlace entre la SRA, CRA,  Coninagro y FAA, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa  (AAPRESID), donde se nuclean los grandes productores sojeros, apoye abiertamente  la protesta patronal.
En el debate público se ha pretendido limitar las  opciones políticas al alineamiento con alguno de estos dos bandos igualmente  defensores de los intereses del capital. Los intelectuales, docentes  universitarios, profesionales, periodistas y trabajadores de la cultura que  suscribimos esta declaración, por el contrario, creemos necesario intervenir en  este debate para plantear la necesidad de una salida independiente en favor de  los trabajadores.
Es falso que este gobierno confronte con los “intereses  económicos más concentrados”, como algunos quieren hacer creer. Al contrario,  los Kirchner los han favorecido en sus casi cinco años de gobierno. ¿O el  petróleo no sigue en manos de la Repsol y un puñado de empresas más? ¿O no es un  escándalo el saqueo que realizan las multinacionales mineras? ¿O los grandes  industriales hoy beneficiados con el favor oficial no fueron tan golpistas como  la oligarquía agraria? ¿O no es obsceno el negociado del “tren bala” mientras la  red ferroviaria sigue destruida? ¿O la tierra no sigue concentrada en 4000  grandes propietarios agrarios que poseen 85 millones de hectáreas, la mitad de  las tierras cultivables en nuestro país, por las que pagan impuestos miserables?  ¿O el 40% de producción sojera no está concentrada en apenas un 2,2% de los  productores, como ahora señala en sus discursos la presidenta como si nada  tuviese que ver con ello? ¿O no es un hecho que cinco grandes empresas (Cargill,  Dreyfus, Bunge, Vicentín, Aceites General Deheza) concentran la casi totalidad  de las exportaciones de granos, incurriendo incluso en múltiples estafas -que  sobrepasan los 3 mil millones de dólares- a la hora de liquidar las retenciones  que descuentan del precio que pagan a los productores al fisco? Los Kirchner ni  siquiera han impulsado, teniendo mayoría propia en el parlamento, la derogación  de la ley videlista 22.248 que permite la brutal explotación de los trabajadores  rurales, que tienen los salarios peor pagos del país y de los cuales un 75% está  “en negro”. ¿O no es también este gobierno el que pacta los "techos salariales"  con la burocracia sindical mientras reprime a los trabajadores cada vez que se  le hace necesario, como en el Casino Flotante y en Mafissa?
Por el lado de  quienes desde una supuesta posición de izquierda o “progresista” apoyan el lock  out, el argumento de que apoyan a los “pequeños y medianos productores” es  insostenible. ¿O la Federación Agraria no forma hoy parte de un bloque  políticamente indiferenciado con la oligarquía nucleada en la Sociedad Rural? Lo  que demanda la FAA es que no sólo sus afiliados sino también los grandes  propietarios y, aún, los pooles de siembra a los que critican verbalmente paguen  la menor cantidad de retenciones posibles. Esto no es una casualidad. Los  sectores más bajos de la burguesía agraria nucleados en la FAA son parte de la  llamada “alianza sojera”, que no ha vacilado en recurrir a la expulsión  sistemática de sus tierras de miles de campesinos pobres y sostiene la  explotación brutal de los peones rurales.
Frente al actual estado de cosas,  los planteos de ambos sectores llevan al agravamiento de la situación de los  trabajadores, que ven como los salarios se deterioran día a día producto del  alza inflacionaria.
Quienes adherimos a esta declaración creemos que es  necesario sostener una clara posición independiente de estos dos bloques  capitalistas. Por el contrario se trata de unir frente a ellos a la clase  trabajadora de la ciudad y el campo, a los campesinos empobrecidos, a los  estudiantes… Estamos por la nacionalización de la gran propiedad agraria, de las  grandes exportadoras y de los puertos privados y privatizados; por el no pago de  la deuda externa y la nacionalización bajo control de los trabajadores de la  banca y del comercio exterior. Estas medidas permitirían terminar en serio con  la oligarquía y la expoliación de las multinacionales y del capital financiero  que se queda con la parte del león de los recursos que surgen de las  exportaciones agrarias. Permitiría organizar la producción agraria de acuerdo a  un plan racional y contar con alimentos baratos y de calidad para todo el  pueblo. Nos manifestamos también por la derogación de la ley videlista que  permite la superexplotación del peón rural y por el blanqueo inmediato de todos  los que trabajan en negro; y decimos que para que la crisis tenga una salida  progresiva es necesario que la clase trabajadora levante sus propias demandas,  empezando por las más inmediatas: aumento de emergencia para todos los  trabajadores; salario mínimo equivalente al costo de la canasta familiar;  aumento automático de los salarios de acuerdo al crecimiento de la  inflación.
Insistimos: en la crisis, es preciso unir voluntades para señalar  la necesidad de una salida distinta a la que ofrecen los sectores patronales en  disputa y sus representantes en el gobierno nacional y en los gobiernos  provinciales, es decir, una salida socialista y de la clase  trabajadora.
:: Adhesiones a niknicampo@yahoo.com.ar
NI CON EL GOBIERNO NI CON LAS ENTIDADES PATRONALES DEL CAMPO
 
								
				
				 
       
		
1 comentario
Alejandro Guerrero -
Ocurre en el norte de Santa Fe, donde impulsores del lock-out patronal "del campo" usan niños a modo de balizas para marcar los terrenos que fumigan con el pesticida Round-up, fabricado por Monsanto. Esa empresa, entre tantos otros crímenes, fabricaba el "agente naranja", arma química usada por los invasores norteamericanos en Vietnam. Es la misma Monsanto que ahora, desde su planta en Zárate, envenena la zona donde está instalada (véase nota de Olga Cristóbal en PO Nº 1.038, 22/5).
Esta aberración no es nueva: "Las Petacas se llama el exacto escenario de la terraza del segundo Estado argentino donde los niños son usados como señales para fumigar. Chicos que serán rociados con pesticidas mientras trabajan como postes, como banderas humanas, y luego serán reemplazados por otros chicos" (Ecoestrategia, 1º/12/06).
El procedimiento es así: "Para que el conductor sepa dónde tiene que fumigar, los productores agropecuarios de la zona encontraron una solución económica: chicos de menos de 16 años se paran con una bandera en el sitio a fumigar. Los rocían con round-up, a veces con 2-4D. Tiran insecticidas y mata-yuyos" (ídem anterior).
En esa nota de Ecoestrategia, uno de los niños-baliza dice: "Cuando hay viento en contra nos da la nube (de pesticida) y nos moja toda la cara... trabajamos desde que sale el sol hasta la nochecita. A veces nos dan de comer ahí y otras nos traen a casa, depende del productor... En los tiempos de calor hay que aguantárselo al rayo del sol y encima el olor de ese líquido te revienta la cabeza. A veces me agarra dolor de cabeza en medio del campo... caminamos 200 hectáreas por día... A mí me dolía la cabeza y me dolía todo. Fui al médico y me dijo que era por el trabajo que hacía, que estaba enfermo por eso".
Los que hacen eso son los que ahora protestan, en nombre "del campo", contra las retenciones que el gobierno les quiere cobrar para, a su vez, pagar deuda externa y subsidiar a la "burguesía nacional".
En la pelea entre "el campo" y los "nacionales y populares", nadie habla de esos niños fumigados, aunque sobre la piel de esos chicos se levanta la "patria exportadora" que quiere el señor De Angeli.